En un marco con forma de arco lobulado se desarrolla la
escena central de la procesión de María con su hijo en brazos, acompañada por
jóvenes doncellas (izquierda) más un clérigo y acólitos (derecha). La Virgen,
con un canon algo mayor que el resto de las figuras, ocupa el riguroso centro
de la composición, vestida de azul y dorado (colores que, a excepción de la
mujer más cercana a ella, de rojo) se repiten en toda la escena: azul para las
mujeres, tocadas con manto todas; dorado para clérigo y acólitos. También el
animado movimiento de sus paños se reitera en los de las figuras de la
izquierda, mientras las túnicas de los jóvenes potencian más la vertical,
acusada en el caso del clérigo, único personaje de cierta edad. Los demás son
todos jóvenes, con rostros rellenos, mofletudos en ocasiones. Tras las figuras
(que en el caso de la izquierda aparecen en triple fila), la ciudad de Jaén, a
cuyas puertas, ventanas y terraza asoman curiosas, dos mujeres -una con un
candil- y dos hombres, siendo el pintoresco muy acusado. Destaca en el panorama
urbano la torre de San Ildefonso, en azul, levemente escorada al lado derecho,
tras María.


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